Las fichas encastran perfectamente, volviéndose distintos paisajes, figuras nuevas, formas y colores desconocidos, distintos.
Pero la imagen es una y se impone casi con obsesión, me lleva casi como por inercia, con una fuerza que ni mi razón ni mi cuerpo pueden contener.
Y de pronto lo veo, soy un espejo, un espejo que no me devuelve mi imagen. Un espejo en donde se miran otros, dejando rastros.